diciembre 03, 2016

RESEÑA DEL LIBRO “HISTORIA DE LA PEDAGOGÍA COMO HISTORIA DE LA CULTURA”. De Jaime Jaramillo Uribe

Una mirada historiográfica y conceptual a la paideia .
Cuando Jaramillo Uribe hace la afirmación “la historia de la pedagogía debería enseñarse como una sucesión de tipos históricos de paideia”, se sobreentienden las diversas etapas que ha experimentado esta disciplina siglo a siglo y que por todos los tiempos (y ulteriores) seguirá estudiándose, sin comprometer su esencia misma, construida, tal vez, en los inicios de las civilizaciones con experiencias tan sencillas como la imitación misma, y que luego, a la luz de personajes interesados en hacerla trascender hasta nuestro días y más allá, se pueden destacar detalles de todo su proceso historiográfico. De esta manera se establece que “Es pedagogía toda actividad que tienda a facilitar la acomodación del individuo a su medio”, entonces, es entendible que se hace pedagogía en todo escenario de interacción del individuo con sus pares y el  medio en que se rodea, haciendo un acento importante en la diferencia que existe entre “instruir”, que es transmitir conocimientos útiles de carácter operativo ante problemas prácticos de tipo técnico o científico y educar se refiere a algo más relacionado con la conciencia misma, con la cosa axiológica y la misma esencia del ser. 
     En todo el proceso de construcción teórica del texto se registran diversas conceptualizaciones que sin duda, son muy importantes, pero se hace un reconocimiento especial en la cual se señala que la tarea de la pedagogía más decisiva es “la formación del carácter, la modelación del alma”. Que es uno de los propósitos eximios del encargo social de muchos dedicados al ejercicio docente en la actualidad, profesión sobre la cual hay que generar una personalidad para alcanzar el éxito, tal como lo recomienda el autor, Jaramillo Uribe.   Sin duda alguna, todo maestro debe leer este libro para poseer una fundamentación conceptual e historiográfica precisa de la paideia, tal como lo sugiere el director del curso filosofía de la educación,  (F. Morales).
“Historia de la pedagogía como historia de la cultura”, es una exploración analítica de las ideas pedagógicas iniciada con las épocas en que la “sociedad era de tipo pastoril y agraria”  hasta la “escuela nueva” durante el siglo XX, y cómo en cada parte de la historia tuvo su momento político; en esta oportunidad, igualmente, se hace esta relación de los problemas que se intentaba resolver en cada época. 
Se inicia el  documento con un recorrido por la pedagogía griega en sus tres “grandes épocas”: La  homérica, la clásica y la helenística.
     Además de ser un gran evento (la formación del hombre) se vincula poco a poco el componente político a la educación como tal, efectivamente es notable todo este proceso en este incipiente ejercicio cognitivo que nos ubica en la apasionante historia de la pedagogía.  Es característico aquí que dos libros diera unidad a la educación griega: La Ilíada y la Odisea, de los cuales se aprendía la gramática, la retórica y la maneras de vida mundana, que dan rasgos singulares a esta época: La elocuencia y la hazaña.  En cierto modo, se establece que la pedagogía se puede estudiar a partir de dos miradas “unívocas” relacionadas una con el  mundo de “la naturaleza” y la otra con el mundo social. Y en esto se funda todo el  inicio  de la cosa “paidéica” en Jaramillo.  
En la época clásica, hay tres períodos educativos: 1- La palestra: lugar donde se lucha. 2- Didaskaleia, donde está el didaskalo, quien enseña al niño y 3- el gimnasio, importante para el deporte.  Aunque todo proceso era constante, aquí aparecía la efebía, que es la formación militar.
     Con los presocráticos ya se entiende que al hombre no solo se le preparaba para ser héroe, si no también conducirlo a direccionar la polis, es un claro elemento que se evidencia en la parte inicial del libro de Jaramillo.  Estamos refiriéndonos a una sociedad más urbana y con problemas relacionados con la ciudad como tal, con una injerencia de política en los ideales de la educación con una incidencia de la pretensión platónica de fundamentarla en la filosofía y la ciencia que no alcanza  relegar el ideario isocrático: retórico y orador. De esta época se rescata que la enseñanza debe ser un diálogo (con Platón).
Roma, un capítulo en el que nos detenemos con curiosidad por ser uno de los tres soportes de la civilización de Occidente, junto a la griega y el cristianismo, los romanos nos entregan el concepto de humanitas, sobre a cual se construirá toda su idea de la educación. Es notable que Jaramillo se basa en Marrou para desarrollar todo el aporte a la pedagogía que se infiere de este capítulo.
     Se evidencia la importancia de la familia para la formación del individuo, con un gran protagonismo de la madre, casi que la encargada de la formación inicial del individuo, aquí en la cultura Romana influye ésta en su educación y se cita a grandes hombres que así fueron asistidos.  De alguna manera, una mujer estaba en el contexto formativo del romano. Ya en su juventud el padre era considerado el verdadero educador. Al contrario que los griegos los romanos no tuvieron libros para enseñar y optaron por creas su propia literatura con fines pedagógicos; en esta época la escolaridad se daba así: 1) Escuela del ludus magistri, donde se iniciaba el aprendizaje de la lectura; 2) La escuela del gramático; 3) Las escuela del retor, en éstas últimas se profundizaba la literatura y la retórica. Elementos parecidos a la formación griega superior. Otra característica notable de la educación romana es que la patrocinaba el estado, por así decirlo.
La  Pedagogía Cristiana, es el tema subsecuente, donde Jaramillo Uribe, nos explica la concepción de la “cristopaideia” para indicar un nuevo ideal educativo, basado en la idea de un dios único, en la igualdad y hermandad de los hombres que distaba de los ideales del mundo antiguo. Este discurso pedagógico tendrá un por lo tanto un sentido religioso, educar será ante todo suministrar a la nueva generación esta formación religiosa. Al referirse a la tradición hebrea y catequesis cristiana expone sus raíces judías, que se alimentaba de los libros La Tora y la Michna, sus dos libros sagrados.  Desde esta mirada ya se identifican recomendaciones precisas sobre tareas pedagógicas como número de alumnos, virtudes del educador, métodos de enseñanza y otros elementos que posibilitan el proceso educativo, como, por ejemplo la cantidad que debía haber por maestro, que era de veinticinco.
     En cuanto al cristianismo, llamada religión erudita, por la Biblia, en su lectura cotidiana y en su conocimiento. Este carácter erudito, basada en el conocimiento del de un libro sagrado, no solo dio unidad a la formación de los pueblos cristianos, sino que fue muy importante para el rumbo de la cultura occidental.
De tres tipos de organización se habla en la escuela medieval, que es el capítulo IV, a) Escuelas monásticas, que se creaban al lado de los monasterios; b) catedralicias y c) las escuelas parroquiales.  Es clave destacar que uno de los grandes exponentes de este período es Santo Tomás de Aquino y desde entonces se crearon las universidades, las primeras son de esta época.       En la edad media se empiezan a enseñar “las artes liberales” (trívium y quadrivium) que son siete: retórica, gramática, dialéctica, aritmética, geometría, música y astronomía.
     Con su capítulo dedicado al Renacimiento y al Barroco, en Jaramillo, se resalta la idea de no hay un tipo de paideia totalmente construido, pues, aquí se genera un nuevo descubrimiento de la antigüedad clásica, del medioevo; el legado literario de la antigüedad no se había perdido en la edad media, por el contrario se había conservado en monasterios y abadías. En este periodo se destacan pensadores como Montaigne que inicia una reacción contra la educación retórica y pedante, revalúa la experiencia y la observación, reacciona en contra del memorismo tradicional. Su pedagogía se dirige hacia el gentil hombre. Su tipo ideal no será, pues, ni el profesional, ni el especialista. De ahí la importancia que concede a los viajes, el adiestramiento para las armas, al dominio de sí mismo a través de una disciplina del endurecimiento, a la historia y al conversación. Locke pensador inglés, es el primer pedagogo de la educación noble-burguesa, y fue figura por sus consideraciones de carácter metodológico y por las soluciones que propone para los problemas pedagógicos.
     En el capítulo VI, Jaramillo hace un recorrido por el siglo XVII sobre la historia e ideas de la pedagogía, en una centuria donde la educación tiene nuevos ideales, donde esta disciplina pretenderá hacerse científica, tanto en los métodos como en los contenidos de la enseñanza, es una exigencia que parte de la necesidad socioeconómica que tiene transformaciones, aquí aparecen las fábricas, la industria moderna, las grandes ciudades, aplicación del cálculo a todos los fenómenos, el mundo industrial y técnico se desarrolla a la par con el desarrollo de las ciencias físico-matemáticas y de los nuevos descubrimientos;  se sugiere en el texto de Jaramillo, que en este período emerge una escuela más profesional que centro de formación del hombre. El texto no sigue diciendo otra gran fuente de transformaciones pedagógicas la encontramos en dos movimientos de ideas el empirismo y el racionalismo, sus exponentes fueron Bacon y Descartes.
     En el capítulo séptimo, se hace un recorrido por  la influencia pedagógica de Rousseau, en la que se entiende su influencia casi que “absoluta” en el movimiento pedagógico moderno, aun cuando se reconoce que su obra no fue del todo homogénea y “ambigüedades que lo mismo sirven para apoyar una tesis que otra”. Es con el Emilio que logra su impacto y aporte pedagógico.  De todo su producto, Jaramillo rescata tres  esenciales ideas de influencia en la educación que son:
     a) La educación conforme a la naturaleza; el hombre nace puro de las manos de Dios y la sociedad lo transforma (El hombre es bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompe), se identifica aquí la educación a partir de la propia actividad del niño, de su propia experiencia y del contacto directo con la naturaleza, de aquí que se signifique que en esta educación el fin latente es la felicidad y el vehículo para la libertad. Otro importante aspecto preponderante es que el hombre no es el que procura goces materiales pasajeros, pues éstos traen consigo el dolor.
     b) Educación negativa, prácticamente se refiere a la intervención de alguien que coacciona al niño, y esto no es para él la educación pues, ésta debe basarse en los intereses y tendencias naturales del niño.
     Y c) el ideal paidocéntrico, reconoce al  niño como una ente con un valor en sí mismo y en este espacio se hace referencia a uno de los textos del Emilio, donde es determinante la idea de que “el niño se niño antes de ser hombre”, algo como: dejar que el niño sea feliz siendo niño, pues, al parecer limitando y coaccionando su libre accionar se está ejerciendo en él la “educación negativa”.
     Jaramillo, hace un importante aporte a partir de Rousseau y es que es preciso formar el cuerpo, los sentimientos, la voluntad.  Y formar también el entendimiento, pero no a base de un recargo de información. También para Rousseau es mejor tener una cabeza bien hecha que una cabeza repleta .
 En este capítulo también está la referencia de un pedagogo importante en este siglo y es Pestalozzi  (Johan      Heinrich Pestalozzi) de quien afirma, Jaramillo que es el teórico de la escuela pública de la sociedad posterior a la Revolución Francesa, donde se empieza a configurar una sociedad de clases sociales abiertas, y el individuo empieza a esta en un estado basado en la igualdad de derechos y  obligaciones, de acuerdos a las leyes de su momento y contexto histórico. A Pestalozzi se le identifica como el fundador de la escuela popular, y un pedagogo entregado a la idea del autodesenvolvimiento  en el niño ayudado por la escuela y el educador, aquí su acción es positiva aun identificando en sus lineamientos discursivos el ideal rousoniano, es decir también su pedagogía ubica en el centro al niño: paidocentrismo.
     Igualmente, en este capítulo se destaca Herbart , quien propone crear un sistema pedagógico cerrado, sistemático, rigurosamente científico y de base intelectualista; el fin de toda actividad educativa es la formación del carácter, que lucha por la vida debe mantenerse inquebrantable, no por obras de factores externos sino por la libre decisión de la persona y el medio para esto se encuentra en la filosofía. Una de la contribuciones que se destacan con Jaramillo, son los pasos formales (Teoría de los pasos formales) que ofrecen la manera  para apropiarse de cualquier clase de conocimiento: 1) Aprehensión del objeto; 2) Asociación o comparación de los objetos aprehendidos; 3) Etapa de la sistematización o generalización, o comprensión de las relaciones entre diversos objetos comparados; 4) Etapa del a aplicación, que se refiere al ejercicio cognitivo para el nuevo conocimiento, en el cual se pueden deducir las huellas del método inductivo.    Y en última instancia, Jaramillo, en este capítulo describe el movimiento de la escuela nueva o la escuela activa, que a partir de grandes eminentes psicólogos, médicos, pedagogos y hombres de ciencias realizaron un gran esfuerzo de renovación educativa; uno de los rasgos más característicos de la nueva pedagogía es que busca apoyo en las ciencias de la psicología; en nuestro país este movimiento se incorporó en la década de los años treinta y no tuvo la suficiente profundidad para realizar un cambio duradero en la práctica pedagógica de todos los estratos de la educación.
Con este nuevo concepto disciplinario, afirma Jaramillo, que se le concede mayor libertad al alumno que la escuela tradicional en el proceso de aprendizaje, donde el estudiante puede interrogar y plantear problemas sin temor a la represión o al menosprecio.
     A pesar de todo este nuevo conocimiento relacionado con las reformas, no cabe duda, que Jaramillo presenta una preocupación porque al parecer nuestro sistema educativo no ha superado vicios y prácticas arcaicas: como el verbalismo, el memorismo, la superstición de los textos y la pasividad del estudiante, por ocuparse de otros temas (no menos importantes), pero que no eximen el rigor de continuar en la reflexión constante para tenerlos presentes y culmina tajantemente con la pregunta ¿no resultaría oportuno promover una vuelta hacia el estudio de las luminosas ideas que Binet  anunciara como manifiesto de la revolución copernicana que el siglo XX debería realizar en el campo de la educación?.